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Los Horcones: Un Día de Libros, Sonrisas y Gratitud

El martes 19 de agosto quedará grabado como un día especial en el centro escolar de Los Horcones, Texistepeque. Desde temprano, la emoción se sentía en el ambiente: los niños sabían que algo nuevo estaba por llegar, algo que sumaría aún más a su biblioteca escolar, esa que con tanto cariño habíamos instalado meses atrás.


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Cuando abrimos las cajas y los primeros libros salieron a la luz, los ojos de los niños brillaron. Ahora, la biblioteca de Los Horcones cuenta con más de 400 libros, cada uno con el poder de abrir una ventana distinta al mundo. Historias, aventuras, letras que invitan a soñar… todo en un rincón que, poco a poco, se está convirtiendo en el corazón del aprendizaje.


Esta donación fue posible gracias al apoyo de Willadell Garreck, desde Regina, Saskatchewan, quien con su aporte de C$500 quiso formar parte de esta historia. Y aunque ella está lejos en kilómetros, la distancia se acortó en un instante: los niños, emocionados, prepararon un pequeño video donde todos juntos dijeron con una sonrisa: “Thank you, Willadell!”. Fue un gesto sencillo, pero lleno de la gratitud más genuina.


Además de los libros, también entregamos equipo deportivo. Ver a los niños correr, reír y compartir la pelota en la cancha fue otra forma de confirmar que cada recurso tiene un impacto que va mucho más allá de lo material. Un balón puede ser el inicio de una amistad, una red de columpios el escenario de nuevas risas, y un libro la chispa que despierte un sueño.


Para mí, Los Horcones no es solo un nombre en el mapa. Es la tierra de mis padres, un lugar que llevo muy cerca del corazón. Y cada vez que volvemos con proyectos como este, siento que no solo llevamos recursos, sino esperanza y sueños que se siembran en cada niño.


Ese martes nos recordó que las comunidades crecen cuando se les da un poco de apoyo, pero sobre todo, cuando se les escucha y se cree en su capacidad de soñar. Y Los Horcones sigue escribiendo su su historia, uno donde los niños tienen más libros, más sonrisas, y más motivos para soñar y crecer.


Ana Avilés


 
 
 

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